Las ciudades han colapsado y las que todavía no lo han hecho colapsarán. No tienen infraestructuras suficientes para acoger a la ciudadanía que acude allí en busca de una nueva vida. Una vida que le ha sido negada en el ámbito rural donde todo escasea. Es algo normal. Las ciudades dan un número de oportunidades que por desgracia el pueblo no las puede dar. El trabajo es limitado y las oportunidades escasas para una sociedad cada vez más preparada. La universidad y la formación profesional dotan a la sociedad de personas cada vez más preparadas y profesionales en su sector. Algo que provoca que las personas busquen su oportunidad fuera del lugar de nacimiento. Sin embargo las casas escasean y el salario se vea menguado por los diversos gastos extras que la ciudad provoca.
Es verdad que se han creado ministerios de derechos sociales y de transición ecológica. Todo ello con sus correspondientes secretarías de Estado, consejerías o delegaciones más o menos similares. Con grandes titulares que quieren hacer visible que se está luchando por el mundo rural. Sin embargo la realidad es otra.
Desde la capital se quiere hacer creer que todas las personas tienen los mismos derechos sociales. Sin embargo el escudo social que proporcionan se queda en grandes núcleos, cuando no sólo en las ciudades. Los negocios del mundo rural cada vez son menos rentables, no porque la ciudadanía no responda, sino porque si no hay población no hay demanda. Da igual lo buena y variada que sea la oferta o la logística digital que el negocio posea, siempre habrá un negocio más cercano en los grandes núcleos.
Además hay que sumarle que a veces no interesa políticamente realzar un determinado núcleo o paraje por motivos políticos, es triste, pero es así. A veces sólo se busca la foto en aquellos lugares rurales que no necesitan reactivación porque son un motor turístico asentado. Invertir económicamente en esos únicos lugares conlleva que un alto porcentaje de municipios se queden sin esa visibilidad, algo que repercute en la economía local. Además hay que añadir que cuando algún municipio de esos llega algún flujo económico se queda precisamente en quienes no la necesitan. La consecuencia es que en el mundo rural sólo sean viables algunos negocios. Da igual lo que propongas, el proyecto es lo de menos, si no hay rédito político no vale nada. Eso es lo triste. Además suele ser consecuencia del desconocimiento de la tierra que se gobierna.
Quienes han gobernado, gobiernan, o lo han intentado, creen que la solución está en los grandes núcleos poblacionales y las ciudades. La realidad es que han conseguido mayor pobreza. Pues en el mundo rural los ingresos son menores y los impuestos los mismos que en los grandes núcleos y ciudades. Sin embargo el salario en las ciudades no desahoga la vida de una persona. Por eso vivimos en una sociedad embudo. Donde cada vez hay menos nacimientos y hay más mayores, o se retrasa la edad de emancipación.
Mientras tanto alcaldes/as, delegados/as, consejeros/as y ministros/as centrados en grandes eslóganes y sentados en una silla esperando el momento y el lugar donde hacerse una foto de cara a las próximas elecciones.
Sin embargo siempre me encontrarán en el lugar correcto. Defendiendo la igualdad social de todas las personas. Los derechos no son ni de ricos ni de pobres, ni de la ciudad ni del mundo rural, son de todas las personas vivan donde vivan. Mientras no sea así seremos un país desigual.
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