Posesiones de la Órden de Calatrava. Segunda Parte

Posesiones de la Órden de Calatrava. Segunda Parte
Lucia Ballesteros Ruiz. "El Rincón de Casandra"
Lunes, 07/07/2014 | Región, Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Toledo, Nacional, Internacional, Puertollano, La Mancha | Portada, Salud, Sucesos, Sociedad, Ciencia, Opinión, Cultura, Deportes, Economía, Tecnología, Política, Turismo, Medio Ambiente, Gastronomía

Siguiendo con la recopilación de las extensas posesiones de la orden de Calatrava nos adentramos en la provincia de Ciudad Real, sin duda la provincia manchega fue su feudo más importe y que dará  para varios capítulos en esta nuestra empresa de adentrarnos en el conocimiento de la Orden de Calatrava.
 
El Castillo de Calatrava la Vieja en Carrión de Calatrava fue sede de la Orden en el siglo XII. En la Alta Edad Media fue la única ciudad importante del Al-Ándalus. Cuando en el siglo XII transmuta a Castilla se convierte en una de las principales instalaciones de la Orden del Temple; para convertirse después en el nacimiento y primigenia sede de la Orden de Calatrava. El apelativo de Calatrava dimana del árabe Qal'at Rabah  cuyo significado es “fortaleza de Rabah” en alusión al nombre de la persona a quien se le otorgó el pago en el siglo VIII.
 
El asentamiento de Calatrava la Vieja es primordial y de fácil defensa por estar situada junto al río Guadiana y en zona de laguna, al oeste del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. 
 
Las primeras revelaciones de esta fortificación surgen en el 785. Queda casi asolada en el 853 a causa de las hostilidades  entre Toledo y el emirato de Córdoba.
 
Su etapa de máximo brillo la alcanza de la mano de al-Hakam tras resurgir de sus cenizas en el año 853. Cae en manos de Alfonso VII de Castilla en 1147, vuelve a la privanza árabe en 1195 tras la derrota de Alfonso VIII en la batalla de Alarcos  para ser de nuevo reconquistada por los cristianos en la batalla de Las Navas de Tolosa.
 
La morada engloba un total de cuarenta y cuatro torres con un foso que lo acordona, procede de  pertenencia árabe. En ella podemos distinguir los siguientes espacios:
Murallas y foso: Calatrava  se coloca en un alcor amesetado de planta en forma de huevo de cinco kilómetros de extensión en la orilla siniestra del río Guadiana. Su horizonte ocular es amplio pero poco práctico en defensa. Su aislamiento natural y resistente la proporciona el propio río. El resto de la plaza su acercamiento fue suplido con la construcción de resistentes murallas, un total de mil quinientos metros, que se acomodan a su contorno. La muralla está delimitada por cuarenta y cuatro torres, dos de ellas albarranas, dos de planta pentagonal, en el extremo oriental y el resto de panta cuadrangular. La puerta de acceso se sitúa en el frente sur en recodo.
 
El cerro está fraccionado en dos partes, separadas entre sí por un baluarte de considerables proporciones: el alcázar, al este, y la medina, que ocupa el resto de la superficie. Al exterior de la muralla se extendían los arrabales.
 
Puertas y torreones: Calatrava la Vieja presenta dos puertas en recodo. La más ilustre ofrecía  la entrada a la ciudad por el mediodía, tras cruzar un puente que salvaba el foso. A su lado se halla un portillo que al admitir un mayor control, debió ser el acceso más usual.
 
El  alcázar alberga  la otra puerta en recodo que posibilitaba el acceso  desde el río a través de una rampa exterior al recinto. Un portillo adyacente a la gran puerta  comunicaba la medina con el alcázar; dicho portillo  fue cerrado cuando se construyó el gran salón de audiencias del alcázar.
 
Torres albarranas: Se fijan dos ejemplares de este tipo. La más elevada y de mayor tamaño está fechada en el año 854, hueca y con sillares en la parte inferior y mampostería en la superior. Cerca del río encontramos los restos de la segunda torre albarrana de origen almohade. Una tercera torre albarrana estuvo situada entre la zona sur de las murallas, en medio del alcázar y la puerta de la medina.
 
Torre pentagonal en proa: Existe tres de este tipo. Dos huecas en la parte más oriental del alcázar, conformando un apoyo defensivo importante en el sistema hidráulico.
La más alejada del río y sin embocadura posible desde el alcázar y con muros horadados por tuberías de cerámica bien pudo ser un castellum aquae. La más próxima al caudal tiene acceso inmediato con el alcázar y habría sido un puesto de control. La tercera en su origen fue albarrana y posteriormente macizada y forrada para convertirla en torre pentagonal.
 
Corachas: Son un caso insólito. Se han reseñado cuatro en total. La más arcáica es anterior al año 853. Una segundo se halla en los arrabales. La  correspondiente a la medina penetra en el río casi ochenta metros y está  marcada por cinco torres.-contrafuertes situadas a contracorriente. La coracha del alcázar es única en el sistema hidráulico de su género.
 
Este sistema no sólo suponía la entrada de agua hacia el foso para el abastecimiento en tiempo de sequía sino también la representación del poder omeya.
Medina y arrabales: La medina esta considerada como el centro de la vida urbana de Calatrava. Contaba con mezquitas, baños, tiendas y hornos. Los arrabales circundaban la ciudad y en ellos se han encontrado vestigios artesanales, industriales, un cementerio y una mezquita en lo que hoy es ermita de la Encarnación.
 
El alcázar: Se detecta en la zona oriental al comienzo del foso. De planta triangular tiene una extensión de una hectárea. En sus muros y armazones interiores se deferencias varias etapas: Previo al año 853 sus restos lo conforman la puerta, aún por descubrir, y diferentes torres, todo ello, construido en adobe, ladrillo, tapiales de tierra y mampostería. 
 
La época de reconstrucción posterior al 854 obedece a un plan inherente con la voluntad de poner en valor la hegemonía árabe en la región. Sobresalen las grandes torres de la entrada, el arco triunfal, los paramentos oeste y sureste, las torres albarranas, las pentagonales en proa y la coracha.  
 
De época confusa son el aljibe, la sala con arcos de herradura que tiene su corresponsabilidad con  el salón de audiencias, la alberca y el jardín.
De la era templaría se conserva un ábside inacabado de planta dodecágona, siendo una de las pocas huellas en materia de construcción de la Orden del Temple en Castilla.
 
En los siglos XIII y XIV se llevaron acabo sucesivas transformaciones y reutilización de los espacios, de esta etapa sobresalen los restos de una herrería  y las dependencias abovedadas al lado de la iglesia.

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